miércoles, 27 de mayo de 2009

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Este es el inicio de un blog llamado Crisis de Fe.

Hay una crisis económica global etc.

La semana pasada mi madre, católica convencida y militante desde la cuna, me confesó entre lágrimas que está atravesando una crisis en su fe que la carcome y obliga a replantearse el sentido último de su pasado, presente y futuro. Me pareció un acontecimiento tremendamente importante para mí: de repente, comprendí que había infravalorado a mamá al haberla considerado siempre un mero personaje de Almodóvar, cuando se trataba en realidad de una modélica heroína bergmaniana. Sus inquietudes, como católica, no distan mucho de las mías. ¿O viceversa?

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La "Crisis" social que vivimos, derivada de la crisis económica derivada de la crisis financiera, despertó mis recelos desde el principio. He pasado toda mi vida celebrando las grandes maravillas que nos proporcionaba el mundo capitalista, muchas de ellas asombrosas y eternas. Pero creo que ha llegado el momento de pasarme al bando, por lo menos, de los conspiranóicos.


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En 1985 la editorial DC publicaba los 12 comic books que componían la celebrada odisea Crisis en tierras infinitas, con la que buscaba obtener el mismo impacto que su archienemiga Marvel con la pretérita Secret Wars. En este crossover refundacional, se buscaba integrar, mediante una crisis cósmica, a los personajes de los distintos multiversos anteriores en un nuevo orden universal, mediante una potencial catástrofe que obligase a a todos los héroes a actuar bajo una misma bandera. Por su parte, en Secret Wars los superhéroes renunciaban a su diversidad ideológica para unirse en frente común frente a un Dios extraterrestre que, aburrido de las idiosincrasias humanas, dudaba si destruir el planeta o no.

En 1986, explota el fenómeno Watchmen. En 1988, se completa la publicación de V de Vendetta.

En 1999, Michel de Certeau publica La invención de lo cotidiano. Apasionado de la mística y la epistemología, e influenciado esencialmente por Freud, Lacan y Foucault, el autor propone en su libro un análisis apasionado de las múltiples potencialidades del ciudadano y consumidor para mantener en jaque permanentemente al sistema que pretende inevitablemente subyugarle.
De Certeau, probablemente, inició sus trabajos por algún tipo de crisis de fe. Era místico y filósofo analista. Teólogo y psicoanalista. Respecto a las reflexiones conspirativas sobre el poder enunciadas por Foucault en Vigilar y castigar, de Certeau decía:

Si es cierto que por todos lados se extiende y se precisa la cuadrícula de la “vigilancia”, resulta tanto más urgente señalar cómo una sociedad entera no se reduce a ella; qué procedimientos populares (también minúsculos y cotidianos) juegan con los mecanismos de la disciplina (...) en fin, qué maneras de hacer forman la contrapartida, del lado de los consumidores (...) de los procedimientos mudos que organizan el orden sociopolítico.