martes, 7 de julio de 2009

Cuerpo y delito


















En la esfera PRISA y adláteres, con esa torpe moralina burguesa que construye hiper-realidades simbólicas a través del uso arquetípico de las celebrities como vidas ejemplarizantes, no se deja de decir una y otra vez "A Michael Jackson hay que recordarlo por sus grandes canciones, y no por el esperpento de sus mutaciones físicas autoimpuestas". En crisisdefe, y aunque parezca una enésima muestra de llevar la contraria por llevar la contraria, tenemos una opinión muy diferente.
El cuerpo no es un sujeto pasivo y estático cargado del peso de la identidad: el cuerpo en el que creemos aquí es una construcción, y a los hechos me remito. La diferencia entre depilarse las piernas y operarse la nariz es meramente cuantitativa, no cualitativa. En ambos casos, se customiza desde una intención estética ese Cuerpo pecaminoso y recibido cuyas características, apriorísticamente, deberíamos asumir ora con resignación, ora con desinterés. Lo burguesamente ético es asumir lo que somos, sin derecho de réplica a lo otorgado por la genética (el nuevo Dios), pero existen caprichosos grados de tolerancia a la hora de trasgredir dicho axioma: un corte de pelo posmoderno, un tatú, cejas depiladas, el mismo hecho de afeitarse, son un intervencionismo socialmente lícito y con garante de cordura. El solarium tambien. ¿Cuál es entonces el problema en el caso de Michael?
Cada vez nos sentimos más identificados con lo más radical de la teoría Queer, sin la cual, por ejemplo, la transexualidad no sería socialmente aceptable. ¿Alguien se atrevería nunca a decir sobre un travelo las burradas que se están diciendo sobre Michael? ¿Acaso ese tipo de body-tuning es permisible en el mundo del arte (el caso, por ejemplo, de la célebre Orlan, o el mismo Genesis O´ridge) y de la prostitución, y no en el circuito Grammy? Jacko quería habitar un cuerpo diferente, como Letizia Ortiz, y ambos utilizaron los medios a su alcance para conseguirlo. El hecho de que el resultado en Michael haya sido el de la fealdad, no hace sino engrandecer su apuesta como un acto de individualidad y autoafirmación inmensos en alguien de su status.

Como dijo una vez un satanista, Intervenir en mi cuerpo es el único modo que tenemos de hacerle un corte de mangas a lo que Dios espera de mí. Y por si dicho de este modo resulta más políticamente correcto, en última instancia estamos hablando de punk.