lunes, 5 de octubre de 2009

simulacro #15
















E L
C U R R Í C U L U M
H A L A G A D O R


No se trata exactamente de un simulacro con todos los requisitos, pero uno de los géneros literarios más tangentes con la ficción, y ámpliamente popularizados por la actual coyuntura económica, es el género novelístico del "currículum escrito por uno mismo", a.k.a. "Currículum Halagador". Ya sé que lo suyo a la hora de confeccionar dicho documento es evitar la mentira en la medida de lo posible, si bien es común la acertada consideración de que la omisión es, en sí misma, una cierta forma de engaño: no hay que ser tan mongolo como para incluír en nuestra inmaculada hoja de servicios aquellos detalles que nos distingan de un Trabajador Modélico y Canónico.
El caso es que casi todos nos hemos hecho alguna vez uno. Algunos, incluso somos expertos: a medida que profundizamos en nuestro conocimiento de ese campo de batalla que es el mercado laboral, nuestras hojas de presentación van siendo más y más sofisticadas y perversas, no necesariamente más extensas pero sí mucho más sutiles y elaboradas. Aprendes, por ejemplo, que si has estado un par de semanas en Francia visitando a tu primo erasmus, la inclusión de un "Francés hablado nivel usuario" se presenta como una opción de lo más legítima, por más que en dicho idioma apenas logres pedir una coca-cola con gestos y un intercambio de fluídos nocturno. De la misma manera, a poco que hayas trasteado con el Office y sepas poner un encabezamiento en negrita, tu nivel de Word ha de ser al menos el de Óptimo, y por extensión y ya que va en el pack, puedes venderte como un crack en el manejo del siempre misterioso Excel. Se trata, simplemente, de inflar un poco todo, porque al fín y al cabo, es lo que hace el resto de la gente que aspira a tu mismo pusto de trabajo: lo suyo es que, lo que no sabes, ya lo aprenderás si algún día lo necesitas.
¿Aquel trabajillo en el que colaboraste un par de horas y que quedó en agua de borrajas? ¡Pumba!, pal currículum. ¿El render que hiciste con el tutorial del Sketchup la única vez que abriste el programa? Eso te convierte en "experto en la elaboración de gráficas 3D". ¿Te viste subitulada la primera temporada de Lost? Bueno, ¡hablas el inglés como Shakespir! o como se diga. Estos pequeños truquillos de parado estructural no suponen un crimen, no estás matando a nadie. Si la mentira es un pecado capital, esto de los currículums se queda en pequeña travesura sin trascendencia, propia de esa picaresca tan española y tan nuestra.
De lo que no cabe duda, es de que cuando te haces el currículum te quedas henchido de orgullo y más ancho que alto. Es releerlo y pensar, ¡este chico es un partidazo! ¡Se van a dar tortas por mis servicios! Da buen rollo hacerlo, sube la autoestima, es un inventario de lo maravillosísimo que es tu ser y tu actuar, y son una construcción metaficticia de tí mismo en la que todo es paz y amor. Por desgracia, nuestros currículums acostumbran a terminar en las desbordadas papeleras de los gestores de recursos humanos: todo el mundo sabe que los trabajos buenos te llegan a través de los amigos. Pero da igual, porque la función de un currículum no es la de darnos de comer, sino la de recopilar nuestras mayores hazañas laborales, darnos ánimos cuando la autoestima flaquea y, de paso, adiestrarnos profusamente sobre los difusos límites entre la verdad y la ficción.