lunes, 5 de octubre de 2009

simulacro #16

















E C O N O M Í A - F I C C I Ó N

Según he leído por ahí, Platón consideraba que los políticos debían ser algo parecido a un "pastor de humanos". Dicha sentencia nos puede parecer más o menos acertada (no seamos idólatras: incluso Platón se levantaba a veces con el pie cambiado) pero lo cierto es que, escuchando a nuestro verdadero presidente (Barack Obama) soltar sus típicas frases populistas y sentimentalonas, dan muchas ganas de salirse del rebaño y, si hace falta, abalanzarse al lobo más cercano. Sin ir más lejos, a cuenta de su candidatura olímpica le faltó tiempo en su discurso para profundizar en esa ñoñería retórica suya con ESTUPIDECES del calibre de "I´m proud to be here with my beauty and beloved wife"(¿qué me estás contando, a mí qué coño me importa eso?), "Today I can dream" (me alegro por tí, pero vamos al grano), "All the people in this country, working together for a better future" (uy, sí, el planeta es un paraíso)... Lo más desconcertante es que el rebaño parece encantado de que su más poderoso nigga haya alcanzado el status de leyenda viviente a base de, esencialmente, no decir nada.
¿Cómo os creéis que son las reuniones de los departamentos de gobierno? ¿Acaso se reúnen para debatir sobre nuestros dreams, sobre cómo hacer que estemos más together, sobre lo mucho que aman a sus children? Todos sabemos que alguien que se dedique a la política lo hace filantrópicamente y porque tiene un corazón que no le cabe en el pecho, pero seamos sinceros: lo único que les importa son los presidentes muertos, el cash flow, los pavos, la pasta, ¡¡el dinero!! The fucking holy money. La culpa no es de los políticos, sino nuestra, que vamos por la vida como locos perdiendo el culo por cualquier triquiñuela que enfile en nuestros bolsillos fajos y fajos de delicioso y seductor dinerito. Hemos hablado de muchas ficciones, de la cultura del simulacro, de la contemporaneidad como el espacio de lo subjetivo, de lo real como entelequia gaseosa y literaria... pero la cuestión monetaria parece ser lo único sólido y verdadero, en ella no cabrían divagaciones ni juegos dialécticos de ningún tipo. Lo único indudable que hay en el mundo, la causa de todas las guerras, lo que nos levanta por la mañana, el premio a nuestro trabajo, nuestro seguro de vida, el puto espíritu santo, es el D-I-N-E-R-O. Puede con el imperio más fuerte, las religiones no hacen sombra a su omnipotencia, hermanos terminan a tortas por una herencia, toda manifestación antisistema no responde a un conflicto de valores sino de distribución de capital... ¡nuestras vidas giran en torno al papel moneda!
¿Pues sabes qué te digo? Que el dinero es tambien una enooooooooorme ficción. Aunque pensemos que se trata de lo hiper-concreto por excelencia, las famosas disgresiones de Marx sobre las pelas (ya sabes: lo de valor de uso, valor de cambio, plusvalía, fuerza productiva...) ya daban cuenta de que en la relación entre los objetos y su cuantificación monetaria aparecen parámetros que pertenecen prácticamente a lo místico. Y máxime en la actual economía-ficción en la que los flujos financieros han alcanzado tal nivel de abstracción, que casi no necesitan de lo real para tener sentido: cuestiones como deuda, interés, inflacción o "crisis económica" son parámetros que operan por sí mismos, en un universo paralelo, y sin tener demasiado en cuenta lo que pasa en el mundo real.
El dinero apareció como un símbolo que simplificaba y agilizaba las transacciones, pero hoy en día el mundo monetario es una enorme y desbocada fantasía que no tiene lugar en el mundo, sino en un universo abstracto e inexistente al que nosotros idolatramos como si de un paraíso celestial se tratase. Antiguamente, el hombre se creía sometido a los caprichosos designios de los dioses, y hoy se siente subyugado por las impredecibles oscilaciones del dinero. La crisis es una descomunal ficción, y a poco que os informéis sobre la naturaleza del dinero (cómo y cuándo se fabrica, qué es deuda e interés, cómo varían las correspondencias entre los objetos y su precio) os daréis cuenta de que es una tremebunda y redundante ficción en la que creemos con fe ciega: entre otras cosas porque no hay escapatoria posible, y ahí radica su divinidad. El dinero es imprescindible, ontológicamente necesario, inevitable en nuestras vidas, no te puedes esconder a su todopoderosa mirada. Un ente superior, y como todos los entes superiores, ficticio. ¿Cómo es posible que haya una crisis económica sin que haya habido ningún problema en las fuerzas productivas? ¿Puede el mercado morir exclusivamente de éxito? Es difícil de explicar, pero creo que la gente de Zeitgeist, con todos los peros que se les pueda poner y con lo tramposo que sea su posicionamiento, dan unas cuantas pistas muy ilustrativas para luego seguir uno investigando.
El puto dinero, con lo problemático que es en nuestras vidas (es un Dios, en todos los sentidos) tiene un altísimo componente ficticio, así que informaos si os apetece. Lo que no cabe duda es que nuestros políticos, por mucho que se llenen la boca con sus dreams, loves, futures, ideals y peaces, son como cualquiera de nosotros: en el pecho no tienen un corazón, sino una caja registradora.