martes, 16 de junio de 2009

Ismo cultural




















El hombre, como especie, se distingue por la particularidad zoológica de convertir todas sus acciones en fenómenos culturales. La cocina es cultura, el sexo tambien, el arte, la política... todo lo que concierne al ser humano se convierte instantáneamente en cultura. De hecho, casi todas las cosas que consideramos casi sagradas, en el fondo tiene un punto de partida bastante mongoloide o cuando menos sencillo, funcional, animal.
Pero, de todos los temas que me interesan, el que está más atrofiado en este sentido es el culturismo, que pese a estar por todas partes, como hecho cultural está completamente subdesarrollado. De hecho, hasta donde yo sé no hay una contracultura del culturismo, lo que le daría el certificado definitivo de que se trata de un verdadero fenómeno cultural. El mundo del gimnasio se concibe como pura praxis del cuerpo.
¿A qué se debe este desinterés por una actividad tan abstracta y, en el fondo, tan simbólica? ¿Por qué el fútbol, el motociclismo o cualquier otro deporte tienen su cultura, y el culturismo no? Probablemente se deba a la herencia de la educación judeocristiana, que sigue considerando el cuerpo como objeto de pecado y vanidad. El hecho de que en el gimnasio no haya competición, y que el objetivo último sea el perfilado de un cuerpo, parece una actividad moralmente deplorable e intelectualmente vacía, y no lo es en absoluto. El cuerpo, en cuanto realidad, no es lo más importante que tenemos: es lo único que tenemos.
Mi problema con el culturismo es que, en ralidad, los cachas no me gustan. Así de simple. Pero como deporte, es ideal para gente como yo: no hay contienda, es un proceso infinito que no se organiza en partidas autoconclusivas, los músculos y sus características funcionan de un modo matemático y abstracto, hay un importantísimo componente geométrico. En el fondo es muy bonito, al margen de la utilidad e importancia del gimnasio en la vulgaridad de la cotidianeidad real. Y sin embargo, no hay una cultura interesante a su alrededor. Como atmósfera, es detestable, y sus practicantes mentecatos de primera categoría.
He de interesarme por el origen de ete deporte y las teorías que haya al respecto, que alguna habrá. Aunque quizás la razón última de ir al gimnasio (vanidad al margen) sea el hecho de estar un rato anestesiado de lo humano como neurosis cultural permanente. No sé.