sábado, 26 de septiembre de 2009

chicas sexy punto com




Menudo duelo de divas entre la Beyonce y la Shakira, la canción no está nada mal, pero el video es un escándalo de bonito, cómo bailan estas dos golfas. Es una cosa muy primitiva y con punto de vulgaridad innegable, pero les ha quedado redondo, intachable. Y además viene al pelo respecto a lo que hablábamos de la simulación y la falsa realidad: ¿quién es quién en el puto videoclip? Una maravilla.



Igualmente bonito, aunque por razones bien diversas dadas las las paquidérmicas dimensiones de la doña que canta, es esta suerte de rap que se marca toda una Ella Fitzgerald con la impresionante "One note samba", mi bossa favorita porque con una sola nota y la síncopa habitual del género, tiene un swing que ríete tú de todas las beyoncés y compañía.



... aunque la versión que hacen Stereolab de la misma canción no se queda atrás. Mi muy afrancesado paladar no pueder servir de referencia en cuanto a sensualidad femenina, pero desde mi punto de vista Laetitia es un chicarrona muy sexy, con esa voz de erasmus marsellesa perdida en Gran Bretaña, y el hieratismo teutón con el que no baila.



Por supuesto, el canon de este tipo de frontgirls lánguidas, evanescentes y perezosas (antitéticas a los histerismos épicos de una Chenoa o una Amaral) es Astrud Gilberto, cuyas carencias técnicas no suponen ningún problema dada la belleza de su timbre vocal. Sexy.



Menos erótica pero igualmente estupenda es la versión de la misma sambita en manos de la marujil Dusty Springsfield junto a sus supuestos hermanos. ¿No habría estilistas en esa época? ¿Cómo la han dejado aparecer con semejantes pintas por televisión?



Para sexygirl, quién mejor que Brigitte. Esta chica era total. Serge Gainsbourg, tan atractivo y glamouroso, ten feuchiño, icono estilístico absoluto para esta casa, no le va a la zaga en el típico contrapunto sensualón y calientabraguetas tan sesentero. ¡Temazo! No miréis tanto las piernas de la Bradot y escuchad la canción, que es preciosa y muy repetitiva.



Sobre ella no diremos nada, porque es un Parménides andante, un Policleto adicto a la heroína, el tipo de mujer que hubiese dibujado Miguel Ángel de no haber sido tan mariquita. En mi época ultranerd llegué a cartearme con un tío de San Francisco que había trabajado con ella en su época más decadente, y sólo contaba maravillas de ella, que pese a haber terminado siendo casi un monstruíto, jamás perdió ese pedazo de carisma que tuvo siempre.