jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Por qué hay arte? #6














Empiezo a no tener tan claro que los americanos sean tan monguis como se presupone, sutil y subterráneamente, entre la trasnochada intelectualidad europea. La cultura de la hiper-realidad de la que hablaba a propósito del 9/11, no ha traspasado en la vieja Europa los sólidos muros de las universidades y la (in)cultura académica, con todos los Baudrillards y Zizeks sermoneando sobre los peligros de la manipulación massmediática cuando es interiorizada por un ciudadano pusilánime y no tan preparado como ellos para resistir las alienantes embestidas del Gran Hermano. En yankilandia sin embargo llevan ya décadas feliz y desacomplejadamente disfrutando, a pie de calle, del gran tema de la contemporaneidad: el simulacro. Convertida ya en una forma de arte vernácula, la falsa realidad no supone ningún problema para el pensamiento americano de cualquier WASP de poca monta, cuyos más interesantes creadores zapean desacomplejadamente entre Hollywood, la telebasura y el ocio más desenfadado. Ellos tienen claro que en cualquier material documental, lo real no es más que una posibilidad, que se materializa gracias a la fe del espectador. La verdad no se descubre: se propone, se inventa.
En España arrasó Gran Hermano mientras la gente se creía que aquello era "verdad": en cuanto asomó la sospecha de una cierta teatralidad pactada, el formato quedó como una experiencia freaky sólo para jubilados y desocupados. En USA sin embargo no existe ese anacrónico y cansino antagonismo entre lo verdadero y lo falso, porque su ética del espectáculo y su congénita permisividad al artificio (Las Vegas, el body-building, su pornografía, sus shows informativos, todo Hollywood, la imagen pública de sus políticos...) ha desarrollado un lenguaje que con una naturalidad asombrosa diluye ficción y realidad como algo indisoluble. Elvis vive.
Todos hemos visto por televisión ese especáculo hipnótico y desconcertante que es el pressing-catch. Para un español que haya estudiado hasta los 12 años, algo así sólo puede suscitar un pensamiento: ¿¿Qué coño es esa patraña de falsos tortazos, y qué hace toda esa gente flipando como si fuesen de verdad?? Desde esa óptica, jamás podremos entender la capacidad subversiva de un show como ese, cuya falsa realidad, simulacro pactado con el espectador, es toda una declaración de madurez intelectual en cuanto asunción de la condición ficticia de todo espectáculo de masas. Hay más honestidad en un Batista vs. Rey Sombra que en un Real Madrid vs. Barcelona.
El capitalismo actual cimenta su indestructibilidad en el manejo de la información: las reflexiones de Marx sobre los medios de producción y la gestión de la mano de obra ya no sirve como arma revolucionaria. El arte del que hablaban Walter Benjamin y Theodor Adorno ha perdido su razón de ser: virtual y global, el eje de la nueva cultura planetaria es el impacto de la información, y por ahí deberían ir los derroteros de un arte auténticamente liberador. La realidad ya no se esconde debajo de la alfombra, como afirmaba la izquierda tradicional, pues se ha diluído en la ficción, lo real es una historia que espera ser contada, una narración más convincente que la anterior, un constructo literario. Más que nunca, hoy en día lo real es resultado del arte.